Había en Sevilla un presunto cazador de holgados medios económicos. En realidad su economía le daba para mantener a una querida con la que pasaba mucho tiempo.
De vez en cuando cogía la escopeta, la canana y el zurrón y ....corría a pasar unos dias con ella. Luego ya tenía apalabrada la compra de algunas piezas de caza con las que regresar junto a su santa esposa.
Dicen que su mujer siempre presumía de su buena mano para guisar la carne de caza. Ël, por su parte, siempre presumía de que era un experto cazador, añadiendo que su especialidad eran"los conejos encamados"....
Cuando era la temporada propicia, manifestaba que se iba a cazar patos por Doñana. Con el barquito, decía, estaba allí en muy poco tiempo y era un agradable viaje.
Un dia salío con sus avíos de cazador precisamente a cazar patos ...al menos eso dijo
Lo malo es que el barquito ese dia naufragó. Tampoco nada luctuoso, un percance sin más.
Corrió la noticia del naufragio por Sevilla. Afligiose la esposa del cazador. Preguntó, lo buscó ....pronto buzos y pescadores buscaban al cazador desaparecido por la zona. Nada. Nada. Ni cazador ni escopeta ni zurrón ...
Vistiose de ruguroso luto la afligida mujer, con manto y todo. Lloró inconsolable. Amistades y familiares le dieron contínua compañía, en espera de localizar el cuerpo del difunto...
Hasta que el cazador, que nada sabía del naufragio ...¡¡¡apareció en su casa cargado de patos!!!.
En fin, en fin ...
En realidad la frase debería ser "más perdido que el que decía que iba en el barco del arroz", pero es demasiado larga.